domingo, 15 de febrero de 2009

All you need is... economics

Atendiendo una sugerencia puntual de una colega y aprovechando la coyuntura del calendario me propuse escribir algo sobre el amor y la economía.
El amor puede ser entendido y estudiado por muchas disciplinas: la filosofía habla de la metafísica del amor, incluso su etimología significa "amor por la sabiduría", en psicología se estudia el amor como los vínculos afectivos o de apego que surgen entre las personas; en la química se describe el proceso amoroso como las reacciones fisiológicas que surgen en una persona a través de descargas neuronales y segregación de hormonas como la feniletulamina que es responsable de aumentar la energía física y la lucidez mental, o la dopamina que inhibe el apetito.
En economía existen varias formas de analizar el amor, la más sencilla es asumir que es algo que satisface una necesidad humana, por tanto, es un recurso escaso que debe ser asignado eficientemente. El amor satisface necesidades emocionales (afectivas, seguridad, compañia) o materiales (pensemos en el matrimonio o el noviazgo como una "asociación que permite acceder a más y mejores bienes y servicios").
En mi búsqueda de interpretaciones económicas del amor, hallé dos interesantes de comentar y que se complementan una con otra: la primera tiene que ver con el mercado del amor y la segunda con los llamados costos del amor.
Para analizar el primer enfoque pensemos en un individuo -lo llamaremos Jorge Tomás- que pretende hallar el amor de su vida. Nuestro amigo tiene un "precio de reserva para el amor", este precio establece las cualidades mínimas que una potencial compañera (o) debe cumplir para poder convertirse en pareja sentimental de Jorge Tomás. Algunas de estas cualidades mínimas pueden ser la estética de la persona, su capacidad monetaria, niveles de inteligencia, educación, sus habilidades sexuales, etc. Estas cualidades o estándares que determinan los precios de reserva "amorosos" son establecidos tomando en cuenta las preferencias o gustos de las personas. Si Tomás tiene estándares normales o precios de reserva amorosos relativamente bajos entonces hallar una pareja será relativamente rápido, sin embargo, si Tomás quiere que su pareja sea modelo de pasarela, con varios millones en la cuenta bancaria y con un C.I. de 110 entonces seguramente le resultará un tanto difícil encontrar el amor (sobre todo si Tomás no es un ejemplo de belleza y poder económico).
En este punto podemos incluir el segundo enfoque de la economía del amor: los costos. Si Tomás tiene un precio de reserva amoroso alto entonces deberá incurrir en costos del amor altos: el primero es el costo de búsqueda, que incluye todo el tiempo, dinero y energía invertidos por Tomás tratando de encontrar a su pareja visitando bares, fiestas, chateando, etc. Otro tipo es el costo del cortejo, puede incluir el gasto de Tomás en cenas elegantes, salidas en la noche, regalos o "detalles". Estos costos pueden ser "hundidos" o irrecuperables si el resultado de ligue de Tomás es negativo. Otros tipos de costos asociados al amor son el costo de rechazo (imagínense a Tomás deprimido en la cama por una decepción amorosa) o el costo de mantener vivo el amor (las citas se siguen dando aún después del proceso de cortejo).
Supongamos que Tomás incurre en costos muy altos del amor y logra iniciar una relación, obviamente, nuestro galán recibe beneficios (desde la correspondencia de sentimientos o la adquisición conjunta de bienes y servicios hasta mejores relaciones físicas o sexuales). Entonces si al aplicar un balance o análisis de costo-beneficio resulta que los beneficios descontandos por los costos incurridos son positivos, entonces nuestro amigo Tomás gozará del amor desde el punto de vista económico. En caso contrario, deberá restablecer sus precios de reserva, entrar al mercado del amor e incurrir en nuevos costos de búsqueda.
En fin, ojalá el amor fuera así de simple...
PS. Se reciben sugerencias para futuras entradas, esta se debió a la petición de mi colega Andrea ¡saludos!

8 comentarios:

  1. -Maestro, cuánto dura el amor?-, le pregunta el discípulo a su mentor.
    -El amor dura, mientras dure dura-... le responde el sabio profesor.

    SALU2!!!!

    NOS VEMOS PRONTO PUTI EN LA CAPIRUCHA, QUE VOY PA ALLÁ UNOS DÍAS!!!!!

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  2. jajaja y si tomas solo busca sexo ¿ como aplica la economia ahi¿ y si le llega sin que lo busque ¿jajaja .

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  3. entonces Jorge tomas ya estableció el precio de reserva y si se satisface sin mayor esfuerzos.... ha logrado el equilibrio, así aplica la economía... besoooo

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  4. Exacto... dependiendo de tu esquema de preferencias: si el sexo y el amor son sustitutos perfectos no hay bronca... economics rules!! ríndete JORGE TOMÁS

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  5. no ¡¡¡ nunca me rendire ¡¡¡

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. Creo que debe haber una seria advertencia sobre la especulación y las economías amorosicas
    :P ¡Saludos!

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  8. Interesante tu post, Omar.

    Creo que una forma acertada de ubicar las expectativas de pareja de las personas es definir éstas como el "precio de reserva del amor" dentro del modelo que planteas. Esta premisa es general y funciona porque cada quién tiene su propio precio de reserva y, por tanto, un "bien" o un modelo de amante suficientemente específico que lo puede satisfacer: si dentro de mi precio de reserva del amor se encuentra la característica de ser esbelta, las mujeres "gorditas" no entrarán dentro de mi curva de indiferencia del amor.

    Ahora bien, ¿será posible hacer más específico el modelo en términos de definir las preferencias amorosas de los hombres y de las mujeres?

    Quizás. Se me ocurre hacer un ejercicio en el que incorporemos un supuesto dentro del modelo. No sé si han escuchado que, entre hombres y mujeres, la diferencia en la forma de relacionarse amorosamente consiste en que las mujeres están dispuestas a dar sexo a cambio de un poco de amor y que los hombres están dispuestos a dar un poco de amor a cambio de sexo. Si aplicamos esta premisa al modelo de la economía del amor planteada por Omar, tendremos las siguientes implicaciones para encontrar a nuestra media naranja. Por una parte, el puro sexo no sería característica común dentro del precio de reserva de las chicas (no será tan probable que, en cuanto la conoce, un hombre le diga a una mujer “Oye, nena, ¿quieres pasar esta noche conmigo?” y obtenga una respuesta positiva); mientras que, por otra parte, el romanticismo de poemas, flores y chocolates ajeno al sexo no sería característica común dentro del precio de reserva de los hombres (será muy poco probable que una chava encuentre un príncipe azul que le escriba poemas, le regale flores y chocolates y le pida casarse con ella antes de conocerla en la cama.) En otras palabras, los hombres tendrán que moderar sus deseos de sexo con las chicas y ellas tendrán que estar dispuestas a encontrar un hombre relativamente menos atento y tierno de lo que ellas quisieran. Disminuirían, pues, las probabilidades de que un hombre encontrara una mujer cuyo sustituto perfecto del amor sea el sexo y, a su vez, disminuirían también las probabilidades de que una mujer encontrara a un hombre cuyo sustituto perfecto del sexo fuera una relación amorosa y romántica sin sexo.

    Si esto fuera así, ¿cómo se comportarían los agentes en el mercado del amor?

    Según la teoría, los agentes nos comportamos de manera racional. Así que, para equilibrar la oferta y la demanda en el mercado del amor, lo que sucedería sería que tanto hombres como mujeres relajarían sus posturas extremas (sólo sexo vs. sólo un príncipe azul), logrando de esta manera encontrar pareja más fácilmente (porque se reducirían sus costos de tiempo).

    Finalmente: asumir que hay una diferencia entre hombres y mujeres en cuanto a la ponderación que le damos al sexo dentro de nuestro precio de reserva del amor, nos lleva a concluir que ello incide positivamente en que los hombres y mujeres nos comportemos de tal modo que sea más probable que encontremos pareja.

    Así las cosas, el comportamiento económico de los agentes se revela incluso hasta en aspectos y sentimientos tan personales e íntimos de la vida como lo es el amor.

    Saludos,

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