domingo, 8 de febrero de 2009

Frutas y legumbres, espectros electromagnéticos y virginidad... ¿qué tienen en común?

"Seleccionaba con paciencia desesperante un repollo o una coliflor. Estaba conforme puesto que pedía precio, pero de pronto descubría otro que le parecía más sazonado o más grande, y ello era el motivo de la disputa entre el verdulero y don Gaetano, ambos empeñados en robarse, en perjudicar al prójimo, aunque fuera en un solo centavo.

Su mala fe era estupenda. Jamás pagaba lo estipulado, sino lo que ofreciera antes de cerrar un trato."

Roberto Artl, El juguete rabioso.

Apenas en diciembre leí el libro El juguete rabioso de Roberto Artl, una novela con un título intrigante. Me llamó la atención este pasaje -incluido en el capítulo segundo- por su "contenido económico". Obviamente el párrafo describe una acción que parece cotidiana en cualquier tianguis o mercado sobre ruedas: el regateo. Con su acción de disputa y negociación, don Gaetano busca obtener un precio conveniente mientras que el verdulero pretende un pago que le permita al menos cerrar una transacción sin pérdidas. Al final, se presenta que uno a otro buscan perjudicarse, sin embargo, el razonamiento económico detrás implica que ni Don Gaetano ni el verdulero cerrarían el trato a menos de que el precio acordado les reporte un beneficio no negativo como mínimo (lo cual implica ni ganancias ni pérdidas).
Todos sin distinción hemos realizado esta acción de regateo: tratar de obtener precios más bajos o más altos dependiendo del papel que juguemos en una transacción, ya sea como compradores o como vendedores. Este proceso de obtención de precios altos o bajos puede ser simple o complejo. Uno de los más simples es una subasta, en la que los compradores y vendedores reaccionan personalmente en respuesta a la disponibilidad de los bienes y servicios, su deseo por adquirirlos o venderlos, la información sobre el bien, las expectativas, etcétera.
Aunque en la mayoría de los mercados de bienes y servicios las cadenas de intermediarios entre el productor y el consumidor final hacen imposible llevar a cabo subastas en todas las transacciones, actualmente, existen algunos mercados que hacen uso de este mecanismo para asignar bienes que van desde obras de arte o lotes de productos agrícolas hasta los derechos de exploración de campos petroleros, la construcción de infraestructura pública o frecuencias del espectro electromagnético.
Las subastas están pensadas por garantizar la competencia y que el comprador final sea aquel que más valora o mejor puede gestionar el bien subastado. El uso de subastas es tan antiguo como la historia del hombre, sin embargo, su desarrollo en el campo de la teoría económica es reciente. También su aplicación en campos complejos ya que apenas en las década de los ochentas y noventas se empezaron a usar para asignar las frecuencias del espectro electromagnético, que entre otras cosas es un insumo fundamental para la industria de las telecomunicaciones. Las subastas se usan también para asignar derechos de explotación de campos petrolíferos o en las licitaciones de obras públicas.
Existen en general cuatro tipos de subastas: 1) subastas inglesas, el precio se va incrementando hasta que queda un único comprador, es la más conocida y nos remite incluso a la típica escena donde hay un subastador que con gran entusiasmo y teatralidad incita a los asistentes a ofrecer más por un determinado bien, 2) subasta holandesa, el mecanismo es el opuesto a la inglesa, es decir, existe un precio máximo que desciende hasta que algún comprador lo acepta -como dato cultural así se asignan los bulbos de tulipanes en Holanda-, 3) subasta a sobre cerrado, donde cada uno de los participantes presenta una única oferta en un sobre y no conoce las pujas máximas de las demás, lo que sí sucede en la subasta inglesa, aquel con la oferta más grande se queda con el bien y 4) subasta a sobre cerrado de segundo precio, que también se conoce como subasta de Vickrey (un economista ganador del Premio Nobel), en la que el mecanismo es igual que el anterior, con la diferencia de que el precio pagado es el segundo más alto.
La aplicación y desarrollo de la teoría de las subastas actualmente es uno de los campos más fértiles en la economía y, sobre todo, ha encontrado grandes aplicaciones en campos estratégicos. Seguramente alguien como Natalie Dylan descubrió la teoría de las subastas antes de ganar casi 4 millones de dólares al ofrecer al mejor postor su virginidad "para obtener fondos para estudiar y pagar una carrera".
Apuesto que Natalie va a estudiar economía...

2 comentarios:

  1. Claro que en alguna ocasión, por lo menos, todos hemos aplicado ese arte del regateo... Esa "discusión" tan nuestra de "cuánto es lo menos?" es verdaderamente como una experiencia religiosa.
    De subastas recuerdo las de la prepa, ejemplo cuando subastaron al Cubano y unas chavas locas por ese güerito pagaron por él y lo llevaron a diferentes lugares solo por la adrenalina del gusto... prácticamete pagaron por él como quien compra amor en cualquiera esquina, jaja... O en esa subasta, que una chava me gustába y a falta de capital, el Grandote Inútil sacó los billetes (raro en él, pues es re marro) y me invitó a esa chicuela, jajaja, buenos tiempos.
    TU HUEVOS!!!!!

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  2. yo voy a subastar tiempo conmigo ( es que lo de la virginidad ya se me paso ) a aver si como en la prepa pagan por mi jajaj no creo pero no se pierde nada por intentarlo , si si YO PAGO LAS CHELAS jajaja ( a ver si ahora si se queda el coment)

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